
Comencé a trabajar a los 18 años, estudiando una carrera universitaria. Estuve años en educación informática (cuando nadie pensaba en una computadora en el aula), luego la vuelta de la vida me llevó a pertenecer a una empresa líder en su época para el mismo mercado (compartir mi experiencia educativa con muchas escuelas). Estuve en empresa más pequeña y luego en una Corporación de primera marca. Siempre de una u otra manera en el mercado tecnológico.
Me casé muy joven aun sin recibirme. Trabajar, estudiar, formar un hogar.
A los años tuve mis hijos, dos maravillosos varones, hoy hombres de bien.
Muchas horas trabajando con el apoyo incondicional de mi esposo.
Mi vida era una corrida entre colegios, tareas, ayuda en casa, horas de oficina, trabajo pendiente de noche, tomar un avión y amanecer en otro país.
Seguramente tuve mis ausencias en casa, me perdí actos o algún que otro momento irrepetible. Siempre intenté que mis hijos tuvieran alguna presencia familiar en todos sus momentos.
Muchos días de trabajo estaba angustiada por temas familiares e intenté que mi rendimiento no se viera afectado.
Tenía toda la fortaleza de la edad de una mujer para el vértigo de esos días. Tuve ganancias y pérdidas, personales y profesionales.
Sin duda, el apoyo familiar y fundamentalmente de mi esposo me acompañó incondicionalmente. NOS acompañamos ya que él también estaba en su mundo laboral exitoso.
Definí hace unos años salir del mundo en relación de dependencia y compartir experiencias capacitando y apoyando otras organizaciones. Hijos en escolaridad más avanzada, mamá un poco más presente y re-armando espacios y tiempos.
Mis hijos son adultos de bien y con mi esposo formamos una familia con todos los vaivenes de cualquier otra y seguimos juntos luego de casi 40 años. Que paciencia la nuestra!
No sé si es la normalidad, simplemente tuve una buena mezcla personal y profesional. Terminé mi vida Corporativa en un cargo jerárquico y mi vida como Consultora es exitosa. Miro a mis hijos ya grandes y son mi orgullo.
Mucho esfuerzo con la garra de la edad y mucho más tranquila hoy en día acompañada de las canas de la vida y con más tiempo personal.
Nunca sentí que me discriminaran en ninguna de las empresas que trabajé. Nunca me sentí diferente a cualquiera de los hombres con quien tuve el placer de compartir experiencias laborales. Siempre compartimos con mi esposo los temas hogareños, responsabilidad de ambos.
Solo un camino de vida, quizás tu experiencia sea diferente. Nada de magia, sólo un camino vivido. El mío!